Nos encontramos inmersos en un escenario de creciente complejidad, y de profundas incertidumbres, donde resulta fundamental abrazar una forma de pensar y de hacer que nos ayude a estar en mejores condiciones para adaptarnos y aprender rápidamente ante los cambios continuos.
“La Agilidad es muy fácil de entender, pero no tan fácil de aplicar”. ¡Cuántas veces hemos repetido como mantra esta frase, alentando a personas, equipos y organizaciones a experimentar la Agilidad!
El camino hacia la Agilidad es como tirar una pequeña piedra en el agua serena de un lago. Una pequeña acción genera un impacto en cadena impresionante, expandiéndose en ondas, y más ondas, hasta alcanzar los límites más lejanos de ese espejo acuoso.
Del mismo modo, los beneficios del cambio hacia un mindset ágil se transmiten a lo largo y a lo ancho de una organización, como una nueva configuración mental que nos arenga a poner al humano en el centro. Y que promueve un rol central del área de Personas en ese proceso de transformación organizacional con foco en las personas y en el aprendizaje continuo.
Durante muchos años el área antiguamente llamada de Recursos Humanos estuvo acompañando a las áreas de Negocio en sus procesos de crecimiento y transformación. Pero como siempre me recuerda una gran amiga de la cual he aprendido mucho, buscamos promover en nuestras organizaciones Humanos “Con” Recursos, y no “como” recursos. Por ello, resulta fundamental que el área de Personas lidere como agente de cambio ese proceso de profunda transformación que implica la Agilidad.
La Almirante Grace Hopper ya nos lo advertía: “Se gestionan cosas, a las personas se las lidera”. Por ello, es central asimilar el conjunto de valores y principios que nos aporta la Agilidad para ayudar a personas, equipos y organizaciones a gestionar mejor su trabajo, y a liderar de manera más ágil y efectiva a sus colaboradores.
Y como bien decíamos al principio que la Agilidad se entiende fácilmente, pero para aplicarla debemos experimentar, el rol del área de Personas debe estar orientado a generar espacios de colaboración y experimentación en diferentes niveles de la organización.
Y aquí llegamos a la pregunta del millón: Quiero abordar la transformación de mi organización, pero ¿por dónde empiezo? El primer paso es aprender, y más específicamente, aprender haciendo.
